—La copa de vino se le escapó y cayó de las manos de Litia. La sorpresa en sus ojos tan vívida como el agua en un cristal transparente. Esta noticia la golpeó como un camión monstruo chocando contra un cuerpo humano frágil.
—Yo... Espera... tú. —tartamudeó mientras las palabras rebelión se cristalizaban y asentaban en su gran mente.
—¿Necesitas tiempo para procesar esto porque podemos retomarlo mañana? —le dijo Sabiduría.
Litia apretó los puños mientras la ira entraba y tomaba el lugar del shock. ¿Cómo podían los segadores volverse en contra de ellos? ¡Eran dioses! Sin ellos, los segadores ni siquiera serían inmortales ni existirían.
—Déjame adivinar, ahora estás pensando cómo se atreven las criaturas que creamos a desafiarnos. —dijo Sabiduría, monótonamente.
No lo presentó exactamente como Litia pensaba pero era lo mismo porque eso era todo.