Escarlata teleportaba a través de Nordem despreocupadamente en busca del fragmento de la discordia. Se tomaba su tiempo buscando a través de las montañas donde el chico cuya imagen Escarlata compartía fue visto por última vez, según una alma que segó hace un día.
Norden ya no era oscuro, rojo era el color de sus cielos ahora. Un rojo sofocante lleno de calor que estaba asfixiando a los humanos hasta matarlos. Esto significaba más almas para segar y la multiplicación de devoradores de almas y almas malignas.
Escarlata odiaba Nordem y quería terminar la misión lo más rápido posible. El mundo había llegado a repugnarle y si de él dependiera, todo el mundo terminaría en una gran explosión. Si no fuera por las almas, los dioses probablemente también acabarían con él de esa manera.
Llegó al borde de un acantilado y se quedó quieto. Sus ojos se elevaron hacia el cielo rojo y suspiró.