—Ábrelo —dijo una voz enojada de niño.
La voz era la del joven Justin Wu y al que le estaba ordenando que abriera la puerta era nada menos que Tion, el jefe de guardia de Escarlata. El pequeño tenía el rostro rojo de furia, los puños apretados y había golpeado el suelo al menos tres veces en el espacio de un minuto.
Sus bisabuelos que lo habían seguido hasta la sala de entrenamiento de Escarlata con la esperanza de disuadirlo de intentar entrar estaban muy perdidos en cómo manejar la situación. Justin estaba decidido a entrar allí, estuvieran de acuerdo los demás o no.
—Bebé... —Cecily se agachó y tomó la mano de Justin en un intento de calmarlo y apaciguarlo.
Justin se negó a calmarse y se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Ella prometió, madre me prometió que nunca me dejaría atrás. Voy a entrar para estar con mi madre —dijo con determinación.