Ella podría deliberar sobre eso más tarde. De todos modos, no era tan importante.
—Quiero decir que, como a los insectos no les gusta el calor, podrías crear algunos dispositivos que expulsen humo caliente. Tal vez funcione, tal vez no, pero no lo sabrás si no lo intentas.
Lancaster puso una de sus manos en su barbilla puntiaguda, luciendo todo serio y sumido en sus pensamientos.
—Podría funcionar —dijo.
Escarlata estaba a punto de decir algo más cuando una risueña Carnelia pasó volando junto a ella y un grupo de niños con escudos en sus cabezas la perseguían.
—¿Qué está pasando en el mundo? —se preguntó a sí misma.
De repente, Carnelia se convirtió en un dragón de fuego y llamas rojas comenzaron a salir de su boca.
Escarlata miró a su alrededor con los ojos muy abiertos y perplejos pensando por unos segundos que los niños estaban en peligro. Los niños reían fervientemente, con la emoción presente en cada risa aguda. Ni siquiera una pizca de miedo en sus rostros.