Apenas veinte minutos después de haber iniciado su esperado descanso, Escarlata se vio obligada a abrir los ojos debido al fuerte ruido no deseado en su oficina.
Era el sonido de gruñidos ásperos y chillidos. Para sus oídos, era un sonido familiar, el de dos sabuesos peleando. En el fondo de su mente semiconsciente, Escarlata sabía que era Severo y que probablemente estaba peleando con Flan.
No dispuesta a renunciar a su siesta, levantó una barrera de ruido y se dijo a sí misma que volviera a dormir. Lo que había subestimado era que el gruñido de un sabueso era algo que ningún dispositivo mortal podía bloquear.
Destrozó la barrera de sonido, atravesándola y agrediendo sus oídos.
De mala gana, Escarlata abrió los ojos de golpe.
Rápidamente, se sentó y dirigió su mirada enfadada hacia la dirección de los sabuesos.
Se encontraban cerca el uno del otro, pero también manteniendo una pequeña distancia mientras gruñían amenazadoramente.