—No invité a nadie —se defendió inmediatamente Esong.
Acababa de conseguir volver a estar en gracia con su esposa y planeaba mantenerse así.
Él también estaba desconcertado sobre por qué todos estaban aquí de repente.
—No nos hagan caso, estamos aquí para divertirnos por separado —anunció en voz alta su madre asegurándose de que Escarlata pudiera oírla—. Trajimos nuestra propia comida y bebidas, no les molestaremos en absoluto.
Encontraron diferentes lugares bajo distintos árboles y prepararon sillas, mesas y mantas, manteniendo una distancia respetuosa entre ellos y ella.
—Mami, date prisa —se quejó Justin.
No dejaba de mirar las resbaladillas de agua impaciente, su cuerpo entero vibrando de emoción.
—Sí, sí, cálmate mi pequeño bichito —le pellizcó su abultada mejilla ella.
—Espérame, me uniré a ti después de hablar con mi padre —bajó la cabeza y le dijo Esong.