No era muy frecuente que los tres dioses que gobernaban el reino del inframundo se reunieran dos días seguidos.
Las circunstancias eran inusuales y los segadores que sabían de ello se apresuraron a compartir sus sospechas con los demás.
La mayor conjetura para la mayoría, era que tenía que ver con las competiciones del pequeño mundo de este año.
¿Iba a cambiar algo acerca de ellas? ¿Se aumentarían los mundos? O tal vez era el número de invitaciones.
Los dioses no se inmutaban por todos los rumores porque estaban bastante seguros de que su secreto estaba bien escondido.
Ese mismo secreto los había unido, más cercanos de lo que habían estado en los últimos diez siglos.
Estaban en el palacio del dios de la muerte, un lugar que no era frecuentado por segadores.
Era el más grande de todos los lugares en el inframundo y a diferencia de los demás, estaba sobre los cielos como si estuviera en un mundo separado.