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Era como mirar a las estrellas, las más bellas y brillantes del cielo. Zorl estaba tan cautivado que quería una mirada más cercana, una que durase tanto como fuera posible.
Y entonces, Jelly hizo algo que lo sorprendió aún más, su mano que estaba en su rostro se movió ligeramente hacia abajo y rozó sus labios. Ella sonreía, y lo estaba provocando con esa hermosa sonrisa suya.
—Él contuvo la respiración y dejó de respirar.
—Ahora puedo besarla, ¿verdad? —se preguntó Zorl. Esta era la señal, era bueno interpretando señales faciales, y esto era.
Inclinó lentamente su cabeza hacia abajo, con su corazón latiendo descontroladamente. Los latidos fuera de control aumentaron aún más cuando ella cerró los ojos y ladeó la cabeza hacia arriba. —Así que realmente quiere que la bese —pensó.
—He terminado —anunció el doctor en voz alta.