Cargado de culpa, el emperador miró a su hija y dijo:
—Mi princesa, papá lo siente.
—No, no te perdonaré —dijo ella con lágrimas en los ojos—. Prometiste no volver a hacer esto pero has roto tu promesa. Definitivamente no te perdonaré y no me casaré con esos hombres que quieren utilizarme a mí y a nuestra familia para impulsar sus vidas. Puedes matarme si quieres, pero me niego a hacerlo. Estaba extremadamente enojada con él, él siempre reaccionaba exageradamente y hacía esto cuando estaba enfadado, actuando como si el cielo estuviera a punto de caerse.
El emperador miró a la emperatriz en busca de ayuda, y ella le guiñó un ojo y ladeó la cabeza en dirección de su hija. —Continúa —dijo ella con sus ojos. ¿Quién le había dicho que reaccionara como si ella hubiese dicho que estaba interesada en casarse con un príncipe del imperio Lunar, su enemigo?