—Él la sacó del agua, caminó al dormitorio y la acostó en la cama. Ambos estaban chorreando, pero no detuvo sus pasos para secarlos porque su mente tenía un único objetivo. A ella no parecía molestarle en lo más mínimo, ya que sus ojos lo observaban ardientemente en anticipación de lo que estaba por venir. Se acostó sobre ella y besó la punta de su nariz suavemente.
—Ella gimió y él rió.
—Pequeña fingidora —dijo—. Cómo iba a gemir solo por un simple beso en la nariz.
—Ella frunció los labios e hizo sonidos de besos.
—¿Quieres que te bese? —le preguntó.
—Sí —pensó ella—. No —mintió a través de sus labios y giró su rostro lejos de él.
—Miró la pared que proyectaba un holograma de planetas en movimiento, soles, la luna y estrellas.
—Esong tocó su rostro y giró su cabeza hacia él. —No seas tímida ahora —le dijo.