Ella estaba moviendo sus hombros y sacudiendo su cabeza. La sonrisa en su cara era prueba para Esong de que esta cita había sido una idea maravillosa.
—¿Te estás divirtiendo? —le preguntó él.
—Sí —ella sacudió su cabeza.
Sus manos hurgaban y miraba las cosas en esta caja privada. Tenía configuraciones de privacidad que oscurecían la caja para que los de afuera no pudieran ver quién estaba dentro.
Auriculares grandes y pequeños, botellas de agua y jugo. Incluso palomitas de maíz, lo que hizo que Escarlata pensara que se habían preparado como si fuera una noche de película.
Había una pantalla de tamaño mediano que mostraba un ángulo diferente del escenario vacío porque la señorita Du Fyne aún no había salido.
El suelo de la caja estaba lleno de estrellas móviles que explotaban en pequeños fuegos artificiales. Era increíble, la tecnología interestelar era toda una maravilla que apenas podía entender pero que le encantaba.
Ella señaló a las estrellas explotando y le dijo a Esong: