Escarlata no confiaba en Emory Wu ni un poco, razón por la cual el gato marrón fue el enviado para espiarla, y no el blanco.
Lo siguió mientras se cambiaba de ropa y la escuchó mientras intentaba hacer preguntas a las criadas de manera encubierta.
—¿Por qué este animal me sigue a todos lados? —preguntó ella a una de las criadas.
—Los gatos siempre tienen curiosidad cuando llega gente nueva al castillo, quizás le caes bien —respondió la criada.
—Mmm —Emory miró al gato con cautela y no dijo nada más. Pero podría jurar que el gato la miró con desprecio cuando la criada afirmó que le caía bien.
—No lo quiero más en mi habitación, deshazte de él —ordenó Emory a la criada.
—No puedo hacer eso, estamos bajo estrictas instrucciones del gobernador de no tocar a ninguna de sus mascotas sin su autorización a menos que estén en peligro o hayan sufrido alguna lesión.