Escarlata jadeó y se acercó, miró a la chica y negó con la cabeza.
—De ningún modo —dijo y se rió—. De ningún modo —repitió.
¡El Viejo Maddox había sido transferido al cuerpo de una hermosa joven! Tenía que ser raro para él.
—¿Qué te pasó? —preguntó Escarlata.
—¿A qué te refieres con qué pasó? —preguntó Maddox, completamente imperturbable por su pregunta—. Ahora soy un segador, justo como tú. ¿No es genial?
—Mmm-hmm —Escarlata se tapó la boca con la mano derecha y asintió—. Muy genial —murmuró, y luego se rió durante buenos cinco minutos.
Maddox estuvo allí, haciendo pucheros con los labios mientras esperaba a que Escarlata sacara la risa de su sistema.
—No puedo creer que te hayan hecho una chica —dijo cuando se calmó—. Sigo imaginándote como un hombre viejo, el que conocí. Y sin embargo, verte así —levantó la mano y la movió de arriba abajo por la figura de la chica—, es raro.