Estaba el penúltimo día del invierno, y apenas había una bestia mutada a la vista. Los guerreros mecha estaban casi relajados y conviviendo con la gente común en el exterior. La nieve ya se estaba derritiendo y las grietas en el lago congelado eran visibles. Los niños jugaban afuera con los últimos restos de nieve. Dondequiera que uno mirara, la vida parecía ser normal y el trabajo se había reanudado incluso para aquellas industrias que habían cerrado. En la estrella azul, no había nadie en interiores, escondidos y esperando un anuncio oficial del emperador que les indicara reanudar la vida normal y salir al exterior.