El primer día de Escarlata en la escuela meca no transcurrió como esperaba. Primero le sorprendió estar estudiando con niños pequeños y segundo, cada vez que Cecily le hacía una pregunta, los pequeñitos se reían tontamente antes de que ella pudiera elaborar una respuesta adecuada. Se sentía como si fuera una graduada universitaria a la que hubieran enviado de vuelta al preescolar para aprender el abecedario.
El momento más dulce o humillante llegó cuando Cecily les dio un ejercicio rápido para escribir los componentes de un mecha y Justin le susurró:
—¡Mami, puedes copiar mis respuestas!
Intentó ser discreto al mostrarle su tableta, pero Cecily los vio y dijo en voz alta:
—Ustedes dos, no se permite hacer trampa.
Los otros niños se rieron y Escarlata gruñó, su reputación definitivamente se estaba yendo por el desagüe. Ni siquiera había copiado las respuestas, pero si lo negaba, se burlarían aún más de ella.