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Primero, ella le pidió a Alex que tocara la campana, lo cual fue seguido por las grandes proyecciones de hologramas en todos los principales edificios de la ciudad, mostrando la imagen, nombre, edad y las mejores escenas de acción del guerrero mecha caído a través de diferentes batallas en los años de su servicio.
—Veintiséis —leyó Escarlata y suspiró—, todavía tan joven. Era prácticamente un infante en un mundo donde los humanos morían a los trescientos. Esong tenía razón, estos niños no tenían nada que hacer en un campo de batalla luchando contra bestias mutadas. Los guerreros mecha deberían tener entre cincuenta y ciento cincuenta años.
Severo también estaba allí, esperando que ella decidiera cuándo partir. La observaba agonizar y él se compadecía, pero este era un final inevitable para todos los humanos; en los años venideros, ella se volvería menos emocional a medida que lidiera con la muerte.