—Esong —susurró ella.
—No ahora, no esta noche —pensó él—. Si ella empezaba a pensar con claridad aunque fuera solo un segundo, él perdería la razón.
—Solo bésame —murmuró él contra sus labios—. Si ella lo estaba besando, no estaría pensando. Su lengua se adentró en su boca de nuevo, y su mano que estaba en su pecho apretó suavemente. No quería apretar demasiado fuerte, temiendo poder causarle dolor. Mientras sentía su peso en su mano y lo memorizaba, empujó la parte superior de su sostén hacia abajo y finalmente sus dedos rozaron su pezón.
Ella gimió en su boca y su respiración se aceleró, su corazón latía fuerte porque la reacción de ella lo excitaba, se volvió más atrevido y apretó el pezón.
El agarre de ella en sus hombros se intensificó y gemió otra vez. Él sabía lo que quería, era verla así, desnuda, despojarla de toda su ropa y llevarse sus pezones a la boca, presentándole placeres que él estaba seguro que ella no conocía. Retiró su mano de su pecho y la sacó de su camisa.