—¡Señorita Anna! —Tía Tiara fue la primera en hablar. Ella miró a Anna con asombro—. Sigues tan hermosa como siempre.
—Tía Tiara, no digas tonterías —Anna se sonrojó.
Tía Tiara se rió.
—Podemos hablar luego —El Viejo Maestro Daniels miró a Anna y luego le dio una mirada cómplice a su nieto—. Vayámonos primero.
—Sí.
Subieron al barco uno por uno con Dylan siendo el último. Estaba vigilando las escaleras en caso de que esta gente quisiera salir de nuevo.
—Yo remaré con el Tío Henry. Anna, ¿puedes estar atenta a ellos? —preguntó Dylan después de entrar.
—Sí —Anna levantó la cabeza una vez más. La mano que sostenía el arma estaba un poco tensa, pero aún podía moverla muy rápidamente.
El Viejo Maestro Daniels escuchó el arreglo de su nieto y miró a Anna una vez más. Él sabía que Anna tenía licencia para portar armas porque Dylan se lo había mencionado. No solo se lo mencionó, incluso se había jactado de lo precisa que era la puntería de Anna.
Miró el hotel detrás de ellos.