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—¿Qué? ¿No puedo leer novelas? —Anna puso morritos, intentando parecer lo más normal posible. Si no fuera por el rubor en su cara, quizás los demás aún la creerían.
—Dylan se rió. —No es que no puedas leer novelas. Pero tienes que saber que a veces hay muchas diferencias entre las novelas y el mundo real.
—Um… mi padre tiene una cama en su sala de descanso. —Anna miró a Dylan con sospecha.
Los labios de Dylan se torcieron.
Pensó en la madrastra de Anna y tuvo una leve sospecha de que la razón principal por la que había una cama era para facilitar sus encuentros con esa mujer.
—De todos modos, no hay camas en las compañías de mi familia.
—¿Por qué?
—Porque no es necesario. Vienes a la oficina a trabajar, no a dormir. —Dylan intentaba explicar lo mejor posible. —Además, ¿sabías que muchas compañías ni siquiera tienen un edificio físico propio? Si no tienes suficiente dinero, solo puedes alquilar un lugar para usarlo como compañía.