Ser abrazada con tanta fuerza era un poco incómodo.
Pero pensando que realmente había sido un poco temeraria a los ojos de los demás, Anna no dijo nada. Podía escuchar cómo latía el corazón de Dylan tan rápido, lo cual se debía a su enojo y preocupación.
Los ojos de Anna parpadearon ligeramente.
—Es bueno que estés bien —Dylan le dio unas palmaditas en la cabeza a Anna, tomó una respiración profunda y miró a las dos personas que estaban tan pálidas como sábanas blancas. Sus ojos se volvieron fríos mientras la intención de matar emergía desde su interior.
Dylan miró a estos dos con los ojos entrecerrados e indiscutible intención de matar.
—¿Hay algo que quieran decir? —preguntó.
Las dos personas se miraron por un momento y luego sacudieron la cabeza rápidamente.
—No, no, quiero decir, no sabemos nada.
—Sí, sí, no prestamos atención hace un momento.
—Solo estamos aquí para robar el coche.
—No conocemos ese asunto.
—Nos iremos ahora.