—Emily se sorprendió cuando sintió que los frescos labios de Raylen tocaban y rozaban los suyos. Su corazón se saltó un latido, más fuerte que nunca, al sentir su otra mano descansando en la pequeña de su espalda, atrayéndola hacia él.
No se parecía en nada a lo que había sentido antes. Los labios provocadores de Raylen capturaron los suyos, saboreándolos y mordiendo tiernamente su labio inferior. Las mariposas en su estómago batieron sus alas con tal intensidad que el aire a su alrededor parecía mágico y eléctrico. Fue un beso dulce, que cuidadosamente la sacó de su tímida concha, justo como había estado haciendo él todos estos días.
Emily había leído secretamente acerca de tales besos en libros, pero nunca imaginó que esas descripciones resultarían ser tan precisas en cada detalle. Sintió sus dedos avanzando poco a poco, entretejiéndose en su cabello ligeramente húmedo y acunando suavemente su cabeza.