Recomendación musical: 72 grados y soleado - Thomas Newman
—Al regresar a su habitación, Emily echó un vistazo a su muñeca, notando dos pequeños puntos en su pálida piel. Murmuró,
—¡Esa maldita serpiente!
Emily no esperaba que Raylen continuara siguiéndola tan persistentemente, por lo que mantuvo su parte del trato. Al notar una traza de sangre, instintivamente usó su dedo para limpiarla. Una mueca apareció en su rostro mientras decía:
—Ay.
La piel estaba sensible, y Emily todavía podía sentir el agudo dolor dejado por los colmillos de Raylen cuando habían perforado la superficie de su piel. Al menos el trato estaba hecho, y él no la mordería de nuevo. No a menos que ella le diera permiso, reflexionó para sus adentros.