Cuando Emily entró en la vasta habitación interior, sus ojos cayeron inmediatamente sobre una colección de pequeñas cajas cuadradas que contenían diversas telas obtenidas de distintos lugares, las cuales colgaban como retratos en un lado de la profunda pared anaranjada. Faroles brillantemente iluminados compensaban la ausencia de ventanas. Dentro de este espacio, maniquíes se alzaban cubiertos de telas, sujetados con alfileres de una manera que sugería que esperaban las etapas finales de la costura.
—Estos son los que tenemos actualmente —informó la asistente mientras colocaba dos vestidos sobre la mesa.