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Las pequeñas piernas de Migdre lo llevaron hacia la entrada del palacio sin que los guardias notaran su presencia. Por alguna razón, el diablillo no podía teletransportarse a la ubicación de su amo y decidió buscarlo rápidamente en su lugar.
—¡El amo está siendo engañado! ¡El amo necesita saber! —murmuraba el diablillo para sí mismo mientras seguía corriendo por los corredores, con su cola terminada en flecha balanceándose de atrás hacia adelante. —¡Amo, dónde estás?! —preguntaba frenéticamente, girando la cabeza de izquierda a derecha. —¡Esa mujer ha estado mintiendo, y también el Demonio Raylen! Ella está t
Y antes de que el diablillo pudiera dar otro paso adelante, un zapato voló de repente desde atrás a una velocidad demasiado rápida para que la criatura lo notara, y lo golpeó justo en la parte trasera de su cabeza, haciéndolo colapsar en el suelo, inconsciente por el impacto.