—Horas pasaron y Anastasia permaneció transfigurada, mirando fijamente la pared frente a ella en silencio, perdida en sus propios pensamientos. Cuando llegó la hora de la cena, se dirigió ansiosa al comedor. Pero al entrar, encontró la cabecera de la mesa vacía y, con un suspiro, tomó su lugar en la orilla de la mesa.
Pronto, la Reina Madre entró en la sala, el suave clic de su bastón resonando contra el suelo mientras caminaba. Con una sonrisa amable, declaró:
—La mejor parte del día es cuando te reúnes con tu familia todos juntos para comer. ¿Qué opinas?
—Tiene razón, Abuela —Aiden estuvo de acuerdo con ella.
La Reina Madre rodeó la mesa y tomó asiento junto a Anastasia.