—¿Cuál es tu nombre? —Huang Bai Xing curvó sus labios.
—Yue. —Shenlian Yingyue sabía que la heroína finalmente quería saber su verdadera identidad.
—Yue… Luna…. —Huang Bai Xing murmuró. Yue… Yue…
Muchos recuerdos llegaron a su cabeza. Desde el momento en que renació en este continente, desde el momento en que se encontró con todos, desde el momento en que comenzó a odiar a Shenlian Yingyue y trató de herirla, todos los recuerdos fluyeron uno tras otro como si estuviera viendo un espectáculo.
Pero lo que tenía claro era su memoria de Shenlian Yingyue.
¡Se negaba a morir! Los ojos de Huang Bai Xing se abrieron. Sus ojos eran escarlata como si fuera un demonio, arrastrándose desde el mundo inferior para beber la sangre de la gente. ¡Se negaba a morir! ¡Su destino está en sus manos! Nadie puede quitarle la vida, ¡ni siquiera Dios o el cielo!
—¡Ugh! —Gimió y encorvó su cuerpo como una serpiente en los brazos de Shenlian Yingyue.