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Long Qian Xing observaba la espalda de la chica y sentía que su figura realmente parecía solitaria. Era como si tuviera que caminar sola por un camino que nadie más podría seguir. Instintivamente quiso alcanzarla, pero retraía su mano justo después.
Sería demasiado abrupto. No quería asustar a la pequeña cuando aún era joven.
—¿Te importaría si me quedo aquí, Hua'er? —preguntó Long Qian Xing con voz baja.
Nan Hua había llegado a su cama. Se sentó y miró a Long Qian Xing inclinando ligeramente la cabeza. —¿Por qué querrías quedarte?
—Quiero.
Simple e irrazonable.
Observando la figura despreocupada de Long Qian Xing, nadie podría pensar que este era el mismo joven que realmente era capaz de causar tormentas y afectar las vidas de miles de personas.
Nan Hua tarareó levemente. —Hermano Long, ¿no estás ocupado para Su Majestad?