Al oír las palabras de su hija, el Cuarto Maestro Mu se sintió un poco mejor. Aún así, no entendía por qué Mu Fei Jiu quería acercarse tanto a Nan Hua.
Nan Hua le lanzó una mirada a Mu Fei Jiu. Parecía que actuar coquetamente se había convertido en la segunda naturaleza de Mu Fei Jiu. Siempre era tan dulce y atenta frente a los demás, pero solo aquellos que la conocían bien sabrían que en su mayoría era solo una fachada.
Su verdadera personalidad dulce solo la mostraba a los miembros de su familia y a aquellos a quienes realmente apreciaba.
—Jiu'er, ¿has escogido un lugar para quedarte? —Nan Hua cambió la conversación.
—¡Sí! Padre ha comprado un patio separado que está ubicado en las afueras. No es tan bueno como nuestra residencia anterior, pero será suficiente para quedarse —Mu Fei Jiu asintió—. ¿Nos llevarás allí, Hermana Hua?
—Lo haré.
Nan Hua golpeó la ventana para indicar el destino y los sirvientes lo reconocieron sin ninguna duda.
