Nan Hua se quedó sin palabras.
Miró a Long Qian Xing y se preguntó qué había hecho para dar esa imagen a este joven hombre. Por alguna razón, sentía que su imagen de ella quedaría fijada en esta frase.
—El salón de dibujo está en este lugar. ¿Le gustaría cambiarse de ropa primero? —Long Qian Xing notó que la manga de Nan Hua estaba un poco húmeda. Mirando la ubicación, parecía más que había vertido un poco de té en su manga a propósito.
Sus ojos se estrecharon al pensarlo.
Era un truco bastante común que su abuela le había dicho cuando uno no quería beber algo pero tenía que hacerlo en apariencia. Debía comprobar qué habían preparado esos sirvientes para Nan Hua bajo la orden de la Princesa Hu.
—Mhm. ¿Hay algún lugar vacío, Hermano Long? —preguntó Nan Hua.
