—¡No lo hago! —El Segundo Joven Maestro Kai era terco.
—Eso es extraño, entonces —La Señora Qu miró hacia el cuartel. Frunció el ceño—. ¿Tanto alboroto y sin embargo, la Primera Joven Señorita Nan no está aquí?
—¿Me buscan?
En el momento que todos oyeron esa voz, giraron la cabeza. Sin embargo, la Señora Qu sintió helarse la sangre porque la dirección de la voz era la opuesta de donde se suponía que debía estar.
Al girar la cabeza, pudieron ver a Nan Hua de pie a cierta distancia con sus criadas alrededor. Un velo cubría su hermoso rostro, dejando solo un par de ojos afilados mirando al grupo de personas frente a ella.
—¿Dónde has estado? —preguntó Nan Shu Cheng.
—Estaba dando un paseo en el pequeño estanque detrás —Nan Hua miró a su padre—. ¿Acaso no me está permitido ir allí?
—Puedes ir —Nan Shu Cheng conocía ese lugar y aunque no estaba lejos de aquí, no debería haberle tomado tanto tiempo regresar a su cuarto—. ¿Por qué tardaste tanto en volver aquí?