—Señorita —llamó Xiao Yun.
Nan Hua volteó su cabeza y miró a Xiao Yun con calma. No había rastro de emoción en sus ojos. Estaba tan tranquila como un lago sin ninguna onda.
—¿Qué sucede, Xiao Yun?
—No podré entrar debido a mi posición. Sin embargo, si alguna vez me necesitas, Señorita, te ayudaré con todo lo que pueda —Xiao Yun estaba un poco nerviosa por dentro. Sabía que, por ser solo una sirvienta, no se le permitía entrar a la sala principal.
Bueno, podría quedarse en el borde, pero no acercarse más. La mayoría de los sirvientes permanecerían afuera porque podían acompañar a su maestro o señoritas al jardín si así lo deseaban.
La única excepción estaba dentro de esa gran sala principal.
—Está bien —Nan Hua no estaba preocupada en lo más mínimo—. No podrán hacerme nada.