—¿Por qué? —Nan Hua inclinó su cabeza mientras miraba a Kuang Shen frente a ella. No pensó mucho en ello.
—Eres mi hermano mayor.
—Kuang Shen estaba atónito. Miró a Nan Hua con incredulidad y no pudo evitar gritar:
—¿Por qué te importa siquiera? ¡Son la Familia Nan quienes me han puesto en esta posición!
—Nan Hua no respondió y simplemente se dio la vuelta—. Sígueme de vuelta. El Maestro está preocupado.
Su frialdad e indiferencia hicieron aún más difícil para Kuang Shen responder. Solo el hecho de que sus enemigos fueran quienes le ayudaban ya había sumido su corazón en el caos. ¿Cómo podría aceptarlo?
No quería hacerlo.
Sin embargo, sabía que Nan Hua podría simplemente arrastrarlo consigo si se negaba. La forma en que ella había matado decisivamente a los dos asesinos le había mostrado que ella no aceptaría un no por respuesta.
¡Paso! ¡Paso! ¡Paso!