Nan Luo asintió —Por supuesto.
Los dos se sentaron cerca de la fogata mientras los sirvientes cocinaban algo de sopa. Beber la sopa caliente en esta fría mañana se sentía placentero. A Nan Luo ciertamente le gustó mucho. Si no fuera por la ocasión equivocada (habiendo escapado de los asesinos), habría pedido mucho más.
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Oyeron algunas conmociones desde el costado y giraron la cabeza. La vista de la Princesa Yue y Shangguan Die alborotando se podía oír incluso desde lejos.
—Pensar que una Princesa sería tan valiosa al punto de que vinieran tantos asesinos. Realmente haces honor a tu nombre, Su Alteza.
La Princesa Yue entrecerró los ojos —¿Qué te hace pensar que vinieran por mí? ¿No debería ser por ti, cuya belleza se dice que atrae calamidades y deberías ser el objetivo?
—Esta persona ha oído que los asesinos vinieron a…
—Oh, qué improbable que ocurra. Esta princesa en cambio escuchó otra cosa más…