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Isla estaba completamente atónita y se quedó allí conmocionada.
—¡Señorita Allen... ¿Por qué estaba aquí?!
Apretó sus dedos en pánico, ¡queriendo escapar de este mismo momento!
Rebecca parecía un poco asustada. La traición de su esposo y suegra había destrozado su confianza.
Sin embargo, bajo la guía gentil de la voz de su hermano, levantó la mirada y siguió el dedo señalador de Frankie. Pensó que vería a esa detestable mujer, ¡pero vio el rostro frío de su salvadora en su lugar!
Por un momento, estaba atónita.
Keira la miró.—Rebecca, debo haberte ofendido de alguna manera, o quizá, dicho algo mal, lo cual te hizo odiarme tanto.
Rebecca estaba atónita.
Agitó sus manos confundida.—No, yo, yo...
Frankie la consoló.—Rebecca, no tengas miedo. Puedes hablar si tienes algo que decir.
Tan pronto como terminó de hablar, su padre lo golpeó en la cabeza.—Frankie, ¿has señalado a la persona equivocada? ¡Ella es la Señorita Olsen, la joven que salvó a Rebecca!