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Keira miró el certificado de divorcio recién emitido en sus manos, sintiendo que su paciencia durante el último mes no había sido en vano.
¡La casa seguía siendo suya, y Amy también...!
Si su hermana aún estuviera viva, seguramente se habría alegrado mucho en este momento.
Pensando en esto, los ojos de Keira comenzaron a llenarse de lágrimas...
Howard la vio así y de repente sintió un poco de renuencia a dejarla ir.
Después de todo, con su romance universitario y su rostro que evocaba tanta simpatía, era realmente difícil dejarla ir ahora que ya no era su esposa.
La miró y no pudo evitar decir:
—No llores. Te visitaré a ti y a la niña...
Sin embargo, sus palabras desagradaron a Cindy, quien inmediatamente lo jaló del brazo y regañó a Keira.
—Keera, ¿a quién tratas de seducir con ese acto? ¡Aléjate de Howard después del divorcio! ¿Me oyes?
Howard frunció el ceño, queriendo decir algo, pero Cindy lo fulminó con la mirada.