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—No.
Lewis le agarró la mano abruptamente.
—No conoces al Tío Olsen. Es dominante en sus acciones y no te dará la oportunidad de explicar. Si no me equivoco, tan pronto como tú y Ellis bajen, ¡te dejará lisiada una de tus piernas!
Las pupilas de Keira se contrajeron.
Miró a Ellis, solo para ver al hombre hurgándose en el oído.
—Mi tercer tío dijo que un brazo y una pierna bastarían como disculpa —dijo.
Keira permaneció en silencio.
¿Era realmente así? Frunció el ceño, a punto de decir algo más, cuando Lewis dio un paso adelante.
—Demos un paso atrás cada uno. Bajaremos juntos y hablaremos con el Tío Olsen.
Ellis sacó el dedo que había estado usando para limpiarse el oído, sopló sobre él como para quitar algo inexistente y se rió.
—No me importa que bajes a charlar con mi tercer tío, pero ¿cómo es esto dar un paso atrás cada uno?
Miró a Lewis.