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Los ojos de Keira eran fríos y penetrantes. La sonrisa en la esquina de su boca era diabólicamente seductora, llevando consigo una vibra salvaje. Una sensación de alienación del mundo la envolvía. La verdad era que nunca sintió realmente que pertenecía a este mundo. Cuando era pequeña, Isla hacía que sus compañeros la aislaran y acosaran. Después de dejar la familia Olsen, se mantuvo sola a lo largo de los años, haciendo pocos amigos. Las opiniones y puntos de vista de otros eran irrelevantes para ella. No le tenía miedo a las invectivas en internet, ni temía los reproches en la vida real. Las palabras de los periodistas y Poppy no la habían perturbado en absoluto. ¡Así que incluso si lanzaba un golpe y golpeaba a alguien, lo que haría que su nombre fuera tendencia en línea, no le importaría!