Rasso atrajo a la mujer hacia su abrazo. Ambos estaban temblando. Sin embargo, aún tenía la mente para cubrirla bien e intentar hacer que bebiera la poción curativa Alteran que tenía.
—Toma esto, Julieta, por favor —dijo él, suplicando suavemente, y la mujer aturdida parpadeó, mirándolo.
—Oh, Rasso, ¿eres tú? ¿Dónde han estado ustedes? —preguntó ella, su suave voz ronca—sin duda de gritar tanto.
La culpa inundó su cuerpo y aplastó su corazón—todo su ser se inflamó de ira.
Antes de la guerra, tenían que esconderse bajo tierra porque Fargo definitivamente los habría cazado. Obviamente era para salvar sus vidas, ¡pero no podía evitar sentirse abrumado por el hecho de que esta mujer fue tratada así mientras él se escondía!
Aprietó los dientes y contuvo sus lágrimas, temblorosamente tratando de hacer que bebiera. —Bebe un poco, por favor, Julieta —dijo él, dejando que el borde de la botella tocara sus labios secos.
—Mi cuerpo duele…
Él sollozó, con voz ronca. —Sí, esto ayudará.
