Sus palabras eran completamente profesionales, pero hicieron que Garan se girara hacia ella.
Altea sintió su mirada y lo miró a él. Le tomó un momento darse cuenta de qué se trataba la mirada intensa y quiso pellizcarle la mejilla.
—Las mujeres embarazadas no pueden hacer el amor durante cierto número de meses, aparentemente. Será malo para el bebé.
La cara de Garan permaneció inalterada y asintió:
—Sí, hay tantas personas en el territorio, deberíamos implementar políticas que incentiven a las parejas a procrear.
Sus labios se crisparon. Su marido puede ser muy fácil de tratar.
Matilda, que estaba de pie junto a ellos (y los observaba divertida), rió:
—Estoy de acuerdo con Garan. Podemos agregar incentivos para que las parejas creen familias.