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Antes de partir, los espías se pararon frente a Altea, quien observaba en silencio al costado con su esposo y los demás ancianos.
Era muy discreto, por supuesto, por si acaso estaban siendo observados. Se encontraban fuera del territorio temprano en la mañana, despidiéndose y asegurándose de que todo estuviera lo más preparado posible con ellos.
Los cuatro fueron honrados por la despedida de los ancianos. Al mismo tiempo, también se sintieron presionados para hacer su trabajo a la perfección.
Aparte de los ancianos, los cuatro también fueron despedidos por amigos y familiares.
En el caso de Amos, estaban sus amigos guardias Jesse y Angelo, sin señales de su madre y hermano. Por supuesto, no les dijo de qué se trataba la misión, pero sí les dijo que iba a ir a algún lugar en nombre del territorio.