Mientras tanto, mientras sus enemigos se desesperaban, lloraban o se preocupaban, Fargo admiraba sus nuevas riquezas y recursos. Solo que miró su billetera y quedó profundamente decepcionado.
—¿Tan poco oro? —preguntó, a nadie en particular.
En su brazo había una hermosa mujer aborigen bronceada que había contratado del centro del pueblo y la otra era una hermosa terrana rubia en sus veintes.
Ante su pregunta, los hombres que informaban se apresuraron a explicarse. —Los centinelas eran bastante numerosos, a unos 300 metros de distancia entre ellos. También desarrollaron el territorio y se podía ver que el señor había invertido en infraestructura.
—Hmm... —Fargo miró relajadamente el video grabado en su mano. La mujer aborigen observaba la 'imagen mágica' asombrada mientras que la rubia parecía curiosa.
La cámara la habían tomado de un pobre adolescente muerto al principio. Esta se cargaba con un panel solar que tomaron de otro pobre tipo que ahora también era parte de la tierra.