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Ciudad de Bleulle
Ciudad de Bleulle, la famosa Ciudad del Polvo Blu, era tan próspera como siempre.
Guardada por el muro más alto de ocho metros y vigilada por intimidantes centinelas, la ciudad era un testimonio de la civilización de este mundo.
El edificio más grande —el Ayuntamiento— tenía siete pisos de altura, imponente sobre los demás, como si velara por cada ciudadano. Era una presencia panóptica y omnisciente en la ciudad, y de una manera u otra, las personas siempre se encontraban mirándolo al menos unas veces al día.
Visto desde arriba, se podían ver los diversos caminos orgánicos y los edificios densos.
En todas partes —cada calle, avenida o esquina— pulsaba con vida y actividad. Los mercados estaban animados y las calles fluyendo continuamente con gente. El dinero fluía como agua por todas partes.