—Mwhamammm... —gorjeó Pequeña Pimienta y Pequeño Albóndiga gorgoteó.
—Googghmmnghwgh...
Altea rió mientras miraba hacia el cochecito. Vio los ojos de sus hijos abiertos de asombro, absorbiendo el entorno.
Salían a pasear todos los días, pero aún no habían perdido el interés en el mismo paisaje incluso después de tantos días. Era muy lindo y la verdad se sentía esperanzador.
Llevó la vista y se encontró con la de Garan, quien los miraba a ella y a los niños con calidez. Se miraron el uno al otro por un rato, sus mentes recordando las aventuras que tuvieron que atravesar antes de finalmente llegar a esta... paz.
Tardó un tiempo, pero finalmente su familia estaba completa.
Con este pensamiento, se sonrieron resplandecientemente el uno al otro, con los corazones llenos.
...