Ciudad de Aberdeen, hace 16 años
Ansel sentía que su cabeza daba vueltas mientras era llevado como un sucio saco de papas por el chico adolescente que los había rescatado.
Por otro lado, la niña pequeña era cómodamente cargada en su brazo, sus brazos rodeando íntimamente el cuello del chico mayor.
Ella estaba segura, protegida y muy cómoda con una de las manos del adolescente asegurándose de que no fuera golpeada por ramas descarriadas.
Ansel, en contraste, era muy diferente. Incluso había alguna que otra rama que golpeaba su cara.
La distinción era muy marcada.
—Garan... —podía oír sollozar a la niña. —¿Estás bien? —preguntó, con una voz lechosa llena de preocupación.
Ansel no podía ver la reacción del adolescente ya que su línea de visión estaba en el suelo todo el tiempo.
Mientras corrían, el chico respondía con un simple —Hmm. Y luego entraron al bosque más denso y aumentó el paso para alejarse de los secuestradores lo antes posible.