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Ciudad G, hace siete meses
Una soleada media mañana en una de las ciudades turísticas más destacadas del país, una pareja muy llamativa caminaba de la mano por la bellamente ajardinada calle.
Esa mañana, el clima era excelente, la temperatura era fresca y la brisa refrescante. Lo más importante es que finalmente podían pasar un tiempo el uno con el otro.
Hacía tiempo que no salían simplemente a pasear. Los profundos ojos azul oscuro de Garan se volvieron hacia su esposa. Sus manos entrelazadas con las de él, su atención se centraba en mirar alrededor de la nueva ciudad.
Ella era la encarnación de una turista ávida. Sus ojos esmeralda se dilataban ocasionalmente, la boca se le entreabría un poco cuando veía algo que le interesaba. Muy curiosa, y muy adorable.
Garan se sentía culpable por no poder darle esto tan a menudo como le gustaría. A Altea siempre le había gustado explorar e ir a lugares nuevos, y sin embargo, él no podía dárselo.