Ciudad de Aberdeen, 16 años atrás
—¡Te encontré! —la niña rió mientras miraba a Ansel, sus brillantes ojos esmeralda resplandeciendo de alegría, su mejilla regordeta roja por el jadeo y la emoción.
Luego extendió su mano hacia él y él, subconscientemente, salió a tomarla.
Ella lo levantó y lo guió para que se moviera. Corrieron más adentro del bosque y más lejos del escalofriante almacén abandonado del cual él escapó.
Solo podía observar mientras ella lo arrastraba a través de los arbustos, con ella saltando sobre raíces sobresalientes con facilidad.
Por supuesto, porque él no era tan hábil como ella, y lo que lo encontraba eran hojas y ramas ocasionales golpeándolo.
Sin embargo, correr a través del bosque así se sentía un poco… divertido.
Pero, esos momentos de paz no duraron mucho ya que los familiarmente aterradores bramidos pronto sonaron en sus oídos.
—¡Ahí están!
—¡LOS VEO!