```
Ciudad de Aberdeen, hace 20 años
—Hungwy… —murmuró Altea, de cuatro años y medio, sus enormes ojos esmeralda mirando alrededor para ver si había algún cambio en su entorno.
Estaba en una habitación grande, grande, de hormigón sin nadie alrededor. Había ventanas, pero estaban tan altas, tan altas como tres Garans parados uno encima del otro.
La luz rojiza del sol se filtraba a través de estas ventanas altas y rotas, proyectando suaves haces de luz sobre su entorno polvoriento y en sus ojos llenos de lágrimas.
El aire estaba espeso con ecos y reverberaciones inquietantes donde los únicos sonidos que podía oír eran sus propios pasos y llamadas.
Era... aterrador. No le gustaban las cosas aterradoras.
Sus pequeños brazos estaban abrazados al pequeño cachorro de juguete de peluche que Garan le había comprado unos días antes, su pequeño corazón buscando consuelo.
Había estado allí desde siempre, pero no había señal de Garan.