—Son esclavos goblin comprados de otros territorios —escucharon mencionar a alguien cerca de ellos a su compañero—. Escuché que fueron comprados por un precio muy alto.
—¿Qué pasa con la compra repentina, sin embargo? ¿Aumentó la demanda de hierro?
—Quién sabe...
No pudieron evitar mirar al goblin que estaba siendo arrastrado, marcas de sangre siguiendo sus pasos. Garan frunció el ceño, su instinto le decía que algo problemático estaba a punto de suceder.
Su atención fue llevada de vuelta a las penosas vistas cuando un viejo goblin tambaleante se encontró con un duro látigo del guardia. —¡Ahora muévete! —gritó, lanzando su látigo otra vez, no solo golpeando a un goblin sino a todos los que estaban a su alrededor.
Los goblins gritaron de dolor pero arrastraron sus cuerpos de todos modos.
Garan y los demás apretaron los puños de ira. Los más expresivos como Luis tenían sus caras contorsionadas de lividez e indignación.
