Me encontraba en un lugar desconocido, el suelo en mis pies estaba cubierto de pasto, a mis alrededores habían muchos árboles y junto a mi estaba un río muy cristalino, era un paisaje hermoso.
Frente a mi estaba el tigre, esa enorme criatura se encontraba bebiendo agua de aquel hermoso rio cristalino, reposando sobre sus patas como cualquier felino. Sus rayas ya no resplandecían, parece ser que el puede controlar eso. Todo en este lugar resultaba sumamente extraño.
Como si pudiera verme, el tigre me observaba fijamente. Mi presencia no parecía perturbarlo; quizás ni siquiera me consideraba una amenaza. Ahora que lo miraba de frente, me di cuenta de que su tamaño era irreal. Era enorme, un elefante quedaría como un ratón a lado de un gato si lo comparábamos con su tamaño.
Era algo completamente nuevo para mí. Siempre lo había visto a través de él, conociendo su apariencia solo por los reflejos en el agua cuando bebía de ella. Pero ahora estaba allí, frente a mí...
Sentía cómo sus ojos verdes me analizaban, sus pupilas estaban retraídas, me encontraba analizando cada parte de el y del entorno. A pesar de su gran tamaño y su aspecto ligeramente aterrador, su pelaje parecía increíblemente suave, muy sedoso y blandito, se movía con el viento y parecía tener una pequeña melena que lo hacía ver majestuoso.
«¿Acariciarlo sería como acariciar un gato, pero más grande?» Me pregunte y quedé fascinado con mi pensamiento. Era un fiel amante de los animales y los gatos eran de mis favoritos, había personas que decían que los tigres eran gatos, pero mas grandes. Siendo así, este gato grande se veía increíble.
Sin poder controlarme más extendí mi mano hacia su cabeza, deseando acariciarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, sus ojos se dilataron y brillaron intensamente, liberando una onda expansiva que me obligó a despertar.
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Eran las tres de la mañana y me había despertado con el cuerpo empapado en sudor y, aunque intenté dormir un poco más, ya no pude conciliar el sueño. Decidí levantarme y hacer ejercicio para empezar el día pasados unos minutos de arduo entrenamiento esperando no tener insomnio en el futuro.
Tome un baño y me vestí como de costumbre, pantalón de mezclilla con una camisa y unos botines. Posteriormente me dirigí al pequeño restaurante para desayunar.
Al llegar fui recibido cálidamente por la mesera, Ximena. Me saludo cordialmente y me llevo a una mesa que estaba disponible, no había mucha gente quizás porque aún era temprano.
Como de costumbre, Ximena me atendió con amabilidad tomando mi orden. Esta vez decidí pedir algo diferente: unos chilaquiles; ella tomó nota gustosamente y la llevo dónde la dueña estaba cocinando.
Sin embargo, parecía más extraña que de costumbre, noté la mirada de Ximena sobre mí. Cada vez que me percataba de que la estaba mirando, ella desviaba la mirada o atendía a otros clientes que recién ingresaban al establecimiento.
A juzgar por su lenguaje corporal, parecía querer entablar una conversación conmigo, o, ¿tal vez le desagrado que acariciara su cabeza el día de ayer.
«Debo prestar más atención a esos detalles en el futuro, a veces me dejó llevar un poco teniendo exceso de confianza con las personas» pensé.
Mientras esperaba me puse a reflexionar un poco en mis sueños, en aquel tigre, el mismo sueño durante los últimos cinco años eso no debería de ser algo normal. Mi comida llegó y fui interrumpido.
—Aquí está su orden señor Oscar, ¡que la disfrute, buen provecho!.
Agradecí a Ximena y se retiró a atender a los últimos clientes que acababan de almorzar, di un bocado a mis chilaquiles y en efecto, ¡estaban deliciosos!.
Estaba saboreando la comida cuando Ximena se acercó a mi, traía consigo un jugo de naranja que sostenía con ambas manos, desviando la mirada para evitar verme directamente y con el cuerpo rígido. Supuse que mis dudas acerca de su actitud serían disipadas a continuación.
—Yo, bueno... Los clientes que estaban además de usted ya se han ido así que me dieron un pequeño descanso y... me preguntaba si podría sentarme a hablar contigo —balbuceó, visiblemente más nerviosa de lo habitual.
Me sorprendió su comportamiento, ya que nunca antes había sucedido algo así en todas las veces que había venido a este restaurante, a menudo teníamos conversaciones cortas mientras me atendía pero está era la primera vez que se sentaría en mi mesa.
Indiqué el asiento frente a mí y ella se sentó, colocando el jugó que traía consigo sobre la mesa.
—¿De qué te gustaría hablar exactamente? —pregunté mientras bebía un poco de jugo. Ella imitó mi movimiento y bebió nerviosamente de su bebida.
—Bueno... me gustaría saber más sobre ti, sobre tu pasado.
—¿Así que estás interesada en mi pasado, eh? Lamento informarte que no podría salir con alguien mucho más joven que yo —bromeé con ella. Quien inmediatamente se apresuró a aclarar su comentario.
—¡No, no es eso! Me da curiosidad como es que usted siempre viene solo… no quiero decir que no tenga a alguien, de hecho parece alguien que fue muy atractivo cuando era joven y además es muy amable y atento. ¡No quiero decir que ahora no seas atractivo!, al contrario parece tener buena condición y además su rostro a pesar de tener un poco de arrugas se ve bien… ¡No quiero decir que seas viejo, solo…! —se inquietó al no encontrar las palabras adecuadas.
«Noo~, ¡debí pensar mejor mis palabras, ahora quedé como una tonta!» pensó Ximena, llorando por dentro.
Su actitud, lejos de ofenderme, me sacó una carcajada. Después de todo, había recibido suficiente ladilla en todo mi servicio como para ofenderme por esto.
Me miró nerviosa y preocupada. No hay muchas chicas como ella actualmente, no tiene mucha confianza, probablemente se le dificulta hacer amigos con esa personalidad. La miré, sonriendo, y pude ver cómo se ponía roja de los nervios. Cuando le aclare que no debía preocuparse y simplemente sea honesta respiró profundamente y finalmente logró decirlo.
—Lo que quería decir es que eres muy amable y buena persona, y probablemente muchas mujeres te encuentren atractivo. ¿Cómo es que alguien como usted no ha encontrado pareja? —titubeó y desvió la mirada.
Mientras ella hablaba, me perdí en mis pensamientos y recordé un poco de mi pasado. Había dejado las relaciones amorosas debido a lo demandante de mi trabajo, cuando mi prometida me abandono, intenté volver a empezar varias veces con otras personas, pero al final, esas relaciones no funcionaron. De hecho, la mayoría de mis relaciones se resumen en aventuras de una noche.
Obviamente no quería contarle algo como eso, a ella ya le había mencionado en algún punto después de conocerla que había sido militar, le propuse contarle algunas anécdotas para que entendiera un poco mejor mi situación a lo que ella accedió.
—Bueno, tengo que admitir que tengo algunas historias interesantes para compartir. Pero te advierto, mi vida no ha sido tan emocionante como podría parecer.
Ximena parecía emocionada y ansiosa por escuchar mis historias. Le hablé de mis días en el ejército, de los momentos difíciles y peligrosos que atravesé combatiendo el crimen organizado. Le conté sobre la emboscada en la que perdí a mis compañeros y los momentos difíciles que pase después de eso. Le dije que, a pesar de todo, decidí seguir adelante y encontrar un nuevo propósito en mi vida.
Mientras hablaba, Ximena escuchaba atentamente. Sus ojos reflejaban admiración y compasión. Parecía genuinamente interesada en conocerme más allá de ser solo un cliente del restaurante, y mantenía un rostro expectante ante las próximas palabras que saldrían de mi boca.
—¡Esas historias son increíbles!, no hubiera imaginado todo lo que has vivido, si bien es muy interesante también has pasado por momentos difíciles, sin duda me gustó mucho escuchar tus historias —menciono con la mirada baja, como si tratara de comprender o empatizar con los momentos de superación a los que me enfrenté, finalmente alzó su mirada llena de determinación.
—¡Muchas gracias por lo que has hecho por nosotros, eres alguien admirable!.
No había escuchado antes esas palabras y me dejaron sorprendido sin saber cómo reaccionar, nadie me había agradecido antes por mi trabajo. De alguna manera se sentía… muy bien, un sentimiento que te alegra la vida sin duda.
—Te agradezco tus palabras Ximena, gracias… por escucharme.
Sonreí sinceramente, algo que estaba haciendo últimamente cuando paso tiempo con ella.
—Por cierto, quería decirte esto pero no se cómo lo tomes, después de todo por lo que dijiste para ti fue algo especial.
—¿De que se trata? —indagué curioso.
—Bueno, si me permites decirlo, ¡creo que esa chica era lo peor! Llevaban mucho tiempo juntos e incluso planeaban tener un hogar y una familia. Fue muy egoísta de su parte simplemente olvidarse de ti e irse con alguien más.
Entendía que pensara así desde su punto de vista. Sin embargo, yo que lo viví, se que mi ex prometida al igual que yo, sufrió mucho psicológicamente.
De hecho, le doy crédito por soportar tanto, quizás me amaba de verdad y no soportaba los días que pasaba lejos de ella, pensando si volvería o no.
—Bueno, no la culpo por su decisión. Estoy seguro que lo pensó mucho antes de tomar la iniciativa de dejarme. De mi parte no hay rencores ni remordimientos y espero que tú tampoco tengas una mala imagen de ella —le explique tranquilamente a Ximena.
Ella pareció comprender a qué me refería y decidió no mencionar nada acerca de mi ex prometida.
A medida que continuábamos compartiendo mis historias, ella también compartió un poco de su propia vida. Me habló de sus sueños de convertirse en una profesional exitosa, de su lucha por pagar sus estudios universitarios y de su deseo de ayudar a su familia.
Me contó de la perdida de su padre a una temprana edad y de la lucha de su madre por sacar adelante a ambas.
Es por eso que se encuentra trabajando, para ayudar en los gastos de su hogar y apoyar a su madre a salir adelante, juntas.
Algunas de esas cosas ya las sabía por haber hablado con la dueña del restaurante en ocasiones anteriores, fue muy descuidado de su parte pero al parecer me gane su confianza muy rápido. O quizás solo quería chismear.
Sabiendo eso, fue que tome la decisión de apoyarla indirectamente con generosas propinas, aunque no se lo mencioné.
Nos sumergimos en una conversación profunda y personal, compartiendo nuestros pensamientos, sueños y objetivos. Fue refrescante poder abrirme con alguien y sentir que realmente me entendía.
Después de un rato, nos dimos cuenta de que el tiempo había pasado volando. Ximena tenía que volver a trabajar, y yo debía prepárame para mi turno en el centro comercial.
—Gracias por compartir tus historias conmigo, señor Oscar. Ha sido realmente inspirador escuchar sobre tu valentía y determinación. Lamento mucho lo que ha pasado, por esa persona que te lastimó. Tienes un buen corazón… ¡Asegúrate de empezar de nuevo!. Estoy segura de que has pasado por momentos difíciles, pero aquí estás, enfrentando la vida con fuerza y generosidad —dijo Ximena con una sonrisa cálida. Casi pude ver sus ojos brillando con estrellas.
—No es común encontrar a alguien dispuesto a escuchar y comprender, si así lo prefieres, puedes referirte a mi como un amigo, dejando a un lado la formalidad de tu trabajo. Ha sido un placer conversar contigo y conocerte un poco más. Siempre que quieras hablar, aquí estaré —respondí sinceramente.
Le pagué la cuenta y hice lo de costumbre, pero Ximena miró la propina en su mano y luego me la devolvió.
—Si quieres empezar de nuevo, no puedes ir regalando el dinero —dijo decidida, cruzando los brazos.
—Te equivocas, no lo estoy regalando. Estoy pagando por mi comida y por el buen servicio que me has brindado. Además, es una forma de aportar a tu bienestar —le sonreí—. ¡Asegúrate de mantenerte alegre, ya que eso da vida a muchas personas! —coloqué el dinero en su mano y la cerré en un puño.
—¿¡Acaso eres un mago que absorbe la vida de los demás a través de su alegría!? —preguntó, fingiendo temor.
Solo pude reír fuertemente ante su ocurrencia. Rectifico mi pensamiento anterior, definitivamente era alguien muy divertida con una gran capacidad para hacer amigos.
—Bien… si no hay de otra, lo aceptaré. ¡Que tengas un excelente día, señor Oscar! —dijo, deshaciendo su postura y devolviéndome la sonrisa.
Nos despedimos y salí del restaurante con una sensación de calidez en el corazón. Tal vez no tenía una familia tradicional a mi lado o una relación amorosa, pero en ese momento, sentí que había encontrado una conexión especial con alguien que entendía mis experiencias y valoraba mi compañía.
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En el trabajo, todo transcurría con normalidad. La gente iba y venía con sus compras, algunos alegres y otros sufriendo en silencio. Observé a algunos hombres acompañados de sus esposas, aparentemente aburridos o preocupados por el gasto que estaban realizando, quizás en su mente tenían la imagen de un billete con alas esfumándose de sus manos.
—¿Otro día tranquilo, verdad? —comentó otro guardia de seguridad acercándose con una hamburguesa a medio comer en sus manos.
—¿No deberías estar vigilando el segundo piso? —pregunté, arqueando una ceja.
—¿De qué hablas, viejo? Son casi las seis, es hora de cenar. Además, traje una hamburguesa para ti del MacDonas. Estaban en oferta, dos por uno. ¿Puedes creerlo? —dijo Saúl, el guardia de seguridad del segundo piso y según sus palabras: un padre de familia responsable y alegre. Tenía un poco de sobrepeso y un bigote que adornaba su boca. Además, siempre había sido amable conmigo.
El día de ayer no se había presentado a trabajar y llamo diciendo que tenía un imprevisto o algo así me enteré.
—Y supongo que aprovechaste la oferta y compraste dos promociones, ¿No es así? —bromeé, ya conociendo la respuesta.
—No pude resistirlo, así que venía comiendo de camino aquí.
—Dos por uno he, han de ser de perro. ¿No crees?.
Saúl abrió los ojos como plato a mi comentario, casi atragantándose.
—Ni que costarán un peso —Respondió con el señor fruncido pero con humor en su voz.
Mientras él daba un mordisco a su hamburguesa, me extendió la otra y yo la acepté. Hablamos de diversos temas mientras cenábamos, me mencionaba alegremente a su familia y como disfruto el día de ayer con ellos. Al principio, sentí un poco de celos cuando habló alegremente de su familia, pero pronto esos pensamientos desaparecieron y me alegré por él.
Casi terminando la hora de la cena llamó mi atención la entrada de una persona con una chamarra negra y la capucha puesta. Detrás de él, había dos personas un poco más alejadas, los tres con un cubre bocas y la capucha de su chamarra en sus cabezas.
—Y entonces fue cuando le dije...
—¡SHT!
Interrumpí su relato levantando la mano. Observe que los sujetos subieron la escalera eléctrica hacia el segundo piso.
—Vuelve al segundo piso y vigila a esos tres, solo por precaución —informé a Saúl, poniéndolo al tanto de la situación.
Su semblante se volvió serio y asintió antes de retirarse. Mientras tanto, revisé mi equipo y me mantuve alerta. Luego de algunos minutos donde pensé que no había nada extraño mi radio sonó indicando que alguien estaba llamando.
—Atención, Oscar. Tres ladrones acaban de robar la joyería del tercer piso. Están armados y se dirigen hacia la salida. Mantente alerta —Informo otro guardia de seguridad.
A lo lejos, vi a los tres ladrones bajando las escaleras. Enseguida sonó la alarma y las personas se ocultaron donde pudieron o corrieron hacia la salida, aquellos que estaban lo suficientemente cerca.
—¡ALTO AHÍ Y ARROJEN LAS ARMAS! —grité con todas mis fuerzas, manteniéndome cerca de un pilar lo suficientemente ancho para poder cubrirme mientras llamaba por radio a los demás guardias, aunque seguramente Saúl ya lo había hecho.
—¡Maldición, un puerco nos bloquea la salida!
—¡Solo disparen, estos idiotas no tienen huevos, la camioneta ya está afuera!
¡Pam, pam, pam!
Los ladrones accionaron el arma y rápidamente me oculté detrás del pilar, las personas que aún estaban dentro del centro comercial comenzaron a gritar desatando el pánico. Saque mi arma y quite el seguro y, girando alrededor del pilar, visualicé a los tres hombres que se acercaban.
¡Bang!
Disparé de inmediato, acertando en el blanco. Tenía experiencia con las armas y acertar a un enemigo en movimiento era fácil para mí. Además, el hecho de que los civiles se hubieran resguardado cuando sonó la alarma facilitó las cosas.
El primero cayó herido en una pierna. No podía disparar para matar, así que apunté a incapacitarlos.
—¡AAGGGH! ¡NO ME DEJEN, ESPEREN! —chilló uno de los ladrones al caer al suelo, mientras sus compañeros seguían corriendo.
Me cubrí mientras respondían con disparos y esperé a que tuvieran que recargar. Cuando lo hicieron, disparé nuevamente.
¡Bang, bang!
Acerté los dos disparos y cayeron al suelo por el impacto. Sin embargo, no soltaron sus armas y continuaron disparando furiosamente en mi dirección. De reojo, volteé hacia la salida y a través de las puertas automáticas de vidrio vi una camioneta esperando afuera. Cuando me volví por completo, vi a alguien apuntando hacia mí a través de la ventana del vehículo.
Las puertas eran de vidrio y estaban lo suficientemente grandes para visualizar el interior del centro comercial desde afuera. No dude ni por un momento que estaba en la mira.
Inmediatamente corrí hacia el interior del edificio mientras las ventanas se rompían a mis espaldas producto de los impactos de bala y los hombres caídos seguían disparando en la dirección en la que me alejaba.
—¡ARROJEN SUS ARMAS! —gritaron los demás guardias que habían llegado y rodearon sorpresivamente a los tres ladrones. Sin opciones y acorralados, finalmente se rindieron.
A lo lejos, escuché el sonido de un motor arrancando, probablemente la camioneta escapando.
—¡¿Oscar, estás bien?! —me preguntó Saúl extendiendo su mano. La tomé y me levanté. Su rostro estaba cubierto de sangre, procedente de su cabeza donde probablemente había sido golpeado con un arma, no había una herida visible, probablemente era cubierta por su cabello.
—Debería preguntarte lo mismo. Te ves terrible —señalé al ver la sangre.
—Tranquilo, viejo, no es nada. Pero… —volvió su mirada hacia los ladrones que estaban siendo esposados, los miro seriamente y luego me miró de nuevo cambiando de semblante— ¡Eso fue increíble, solo te tomaron un disparo!. No sabía que tenías experiencia con las armas—exclamó emocionado, contagiado por la adrenalina del momento.
Los demás compañeros me felicitaron. Como el guardia de seguridad de la entrada, me señalaron como el último obstáculo que habían superado.
Mi jefe me llamó a su oficina después de un rato y me dijo que no habría ningún problema y que no me preocupara por nada, ya que los ladrones habían sido quienes dispararon primero y no los habíamos herido de gravedad, prueba de ello eran las cámaras de seguridad.
Cuando las observé pude notar a Saúl entrando detrás de los ladrones a una distancia de unos 5 metros, por alguna extraña razón y a pesar de que era una exhibición de joyas costosas las cámaras de seguridad no funcionaban.
Cuando los ladrones salieron con las joyas y un arma visible pude notar que en su camino a la salida mis colegas preferían evitarlos que enfrentarlos. Al parecer soy el único loco dispuesto a enfrentar una demanda legal.
Mi jefe me felicitó por impedir que escaparan con diez millones de pesos en joyas y me dio un bono por mi servicio. Además, dándome cinco días libres.
Después de despedirme de Saúl y el resto de los compañeros presentes, salí temprano y me dirigí a mi apartamento, sentí la actitud de Saúl algo diferente pero supongo que era por la descarga de adrenalina que tuvimos. En el camino, consideré la idea de ir a cenar al pequeño restaurante donde trabajaba Ximena, pero la hamburguesa ya me había aportado suficientes calorías para la noche.
Antes de acostarme a dormir, decidí ocuparme de algunos asuntos personales. Lavé un poco de ropa y pulí mis botas, asegurándome de mantenerlas en buen estado. Luego, tomé un relajante baño para quitarme cualquier rastro de la intensa jornada.
Finalmente, me recosté en la cama, reflexionando sobre los eventos del día. Me pregunté si mis sueños podrían ser una forma de escapar, una manera de explorar un mundo diferente y descubrir una identidad más allá de mis circunstancias actuales. Aunque no tenía respuestas definitivas, sentí una chispa de esperanza y una sensación de que no estaba solo.
O quizás solo debería de visitar a mi psicólogo con urgencia.
Expectante por lo que el futuro pudiera deparar, cerré los ojos y me sumergí en un sueño reparador.
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—Es extraño. Es la segunda vez que nos encontramos cara a cara —comenté mientras observaba al imponente tigre beber agua del río.
El tigre ni siquiera volteó a verme, continuó bebiendo mientras yo lo observaba. Aproveché la oportunidad para examinar el entorno, pero no había ningún otro animal presente, tal vez debido a la presencia del tigre.
—¿Puedes hablar o al menos entenderme? Me gustaría saber por qué siempre estoy aquí. Estoy empezando a dudar de mi cordura, ya que siempre pareces estar presente. ¿Eres algo así como un ángel guardián? —indagué, sin preocuparme demasiado, ya que era imposible que un tigre pudiera responder.
El tigre terminó de beber y volteó a mirarme. Sus ojos felinos me erizaron la piel, sentía como si estuviera siendo observado por un depredador. Se acercó lentamente hacia mí.
A pesar de su apariencia escalofriante, me mantuve firme, confiando en que todo esto era parte de un sueño y que no podía pasarme algo realmente peligroso, ¿Verdad?. Cuando estábamos frente a frente, el tigre se detuvo.
—No está mal, definitivamente eres alguien que puede cuidarse por si mismo— hablo el tigre con una voz tan profunda que resultaba escalofriante.
Abrí mis ojos como plato, sorprendido de lo que acababa de suceder. Luego recordé que era un sueño y se me pasó.
Llamó mi atención sus palabras, ¿Soy alguien que puede cuidarse solo?.
—¿Significa que si no pudiera hacerlo tú lo harías por mi? —pregunte notoriamente confundido.
—Todo a su tiempo humano, espero cuides bien tu vida, te vigilo en cada momento y llegará el día donde me devolverás lo que es mío —presagió el tigre con su voz profunda. Sus ojos se iluminaron de un color azul y luego todo se apagó.
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Desperté exaltado, mi ropa estaba empapada de sudor y eran las tres de la mañana nuevamente.
—Carajo, definitivamente estoy loco —Murmure ya un poco más preocupado de mi situación.
Realicé un poco de ejercicio para despejar mi mente. Después de terminar, me dirigí al baño y lavé mi rostro. Había algo más en esos sueños que no lograba comprender. Me sequé con una toalla y desayuné algo ligero.
Sin tener nada que hacer, me recosté en mi cama y encendí el televisor.
—Y en otras noticias, el día de ayer alrededor de las 7:30 de la noche, un grupo de tres asaltantes intentaron robar diez millones de pesos en joyería que estaba en exhibición, el asalto fue frustrado por uno de los guardias de seguridad quien hirió a los tres asaltantes e impidió el robo —. Informo la presentadora en las noticias, después transmitieron un vídeo de las cámaras de seguridad donde ocurría el suceso.
Cambie de canal sin tomarle mucha importancia, no tenía servicios de televisión por cable por lo que los canales de TV abierta eran mi única opción para distraerme, sin embargo eran muy aburridos.
Me quedé pensando en el sueño e intenté dormir nuevamente pero no podía conciliar el sueño, al final solo podía escuchar mis pensamientos.