En algún momento de nuestras vidas, todos hemos sido víctimas de las embestidas del enojo, la ira o incluso hemos experimentado rabietas como expresión de la frustración que llevamos muy dentro de nosotros. Algunos autores indican que es una respuesta natural ante las limitaciones inherentes que nosotros como humanos… Espera, humanos no. Nosotros como seres pensantes tenemos y en especial cuando nos enfrentamos a fenómenos adversos que desafían nuestra resistencia y psique emocional. Pero ¿Qué sucede cuando el enojo persiste, incluso se guarda y se fermenta en lo más profundo de nuestro ser sin encontrar una vía de escape?
La respuesta, aunque sencilla, es profundamente inquietante…. La locura.
...….
En una noche tranquila, en una casa cerca del río Afluente . Que era uno de los ríos más importantes de todo el imperio Numbria; abastecía a casi toda la población del imperio, pero sobre todo a la metrópoli del imperio, donde por obviedad sólo se encontraban los nobles y pocos comerciantes que gozaban de excelente estatus dentro del círculo social.
Afluente, a pesar de ser el más importante, este se encontraba a cientos de kilómetros de distancia de la capital. Sólo fue gracias a la invención de las tuberías y drenajes que tuvieron la oportunidad de lograr dicha hazaña.
En aquella casa vieja por el paso del tiempo, que incluso llamar "casa" sólo era un término que le daban los habitantes de ese hogar para tener un sentimiento de pertenecía, porque en realidad era una pequeña choza de madera, que con el pasar de los años cada vez se iba desgastando hasta el punto en el que los habitantes creerían que no pasaría mucho tiempo antes de que ocurriera una desgracia.
La familia dentro de la choza estaba integrada por 2 hermanos de 17 y 15 años y una madre que había quedado viuda a los 27 años de edad cuando sus hijos tenían 4 y 2 años respectivamente, se encontraban en "su momento familiar". Era el momento más feliz para los 3 de sus duras vidas. Desde que Elland había quedado viuda, tuvo que hacerse cargo de la responsabilidad de dar comida y sustento a sus 2 hijos. Ella a lo largo de estos 13 años había pasado por varios trabajos donde pudiese llevar algo más que solo pan y techo para sus hijos.
Al principio, pensó que vendiendo repostería podría ayudarles a llevar una buena economía y durante los primeros 2 años, así fue. Incluso de la pequeña choza que tenían pudieron migrar hacia el centro del pueblo, a unas calles del pequeño local que ella tenía para vender su repostería. Desafortunadamente el destino siempre juega y cambia sin sentido o así decía la querida sra. Berniss que había fallecido 2 años atrás.
Su repostería de pronto dejó de tener clientes; en cuestión de 1 mes, su negocio había caído en bancarrota y en ese mismo lapso se dio cuenta que todo fue debido a la guerra entre el imperio Numbria y el Imperio Esland. Las noticias indicaron que la guerra se dio, debido a que la tierra de Esland tenía más minerales para el desarrollo venidero, mientras que Numbria no tenía tantos sitios mineros para poder sustentar la demanda de productos que estaban llegando desde su propio imperio y por el tratado internacional de la coalición de los siete reinos.
Al final, aunque la guerra duró 2 años, siendo relativamente corta, las consecuencias subsecuentes no lo fueron.
El saldo de muertos fue de aproximadamente 30 millones de personas, siendo la guerra más sangrienta en 100 años.
Con la guerra, llega la pobreza y la hambruna. Mucha gente murió y, sobre todo, mucha gente perdió sus hogares, sus empleos… Una de ellas fue Elland.
Elland después del mes de haber perdido su trabajo, tuvo que regresar a la choza que estaba a las afueras del pueblo, cerca del río Tumester. Afortunadamente, consiguió diferentes trabajos para poder subsistir, pero eso fue acabando con su cuerpo y con su vitalidad, llevándola a lo que es el día de hoy.
Elland como pudo sacó los últimos trozos de pan que le quedaban en una pequeña bolsa que había guardado para "su momento familiar". Ellos 3 lo habían tomado como tradición para recordar que a pesar de todas las cosas, ellos seguían con vida y, sobre todo, juntos... Colocó el pan sobre la pequeña tabla de madera corroída y cortó el pequeño pan dividiéndolo en 3 y colocó cada pan a lado de un plato de sopa de verduras, las cuales las había recogido de su huerto que tenía en el jardín de atrás
-La cena está lista, niños- La envejecida Elland llamó a sus 2 retoños
-Madre, usted siempre es tan gentil con nosotros. Debió de habernos dicho que preparamos la cena nosotros- Dijo entrando a la habitación Juhir, el hermano mayor, con la ropa desgastada y sucia.
-Para nada, para nada, este día es especial. Además, debes de estar cansado por trabajar todo el día en la mina. Necesitas descansar- Dijo suspirando. Para elland era muy cruel ver a sus 2 hijos que amaba tanto, verlos desde una edad muy temprana siendo explotados laboralmente en las minas.
- ¿Dónde está tu hermano? - Preguntó ladeando la cabeza-
-Oh, él está afuera arreglando la valla, ayer en la noche pasaron corriendo unos perros y la tiraron.
-Cierto, cierto. Esa valla, voy a decirle que se venga, ya es noche para que se preocupe por esa nimiedades-
-No, no. Usted siéntese, yo voy por él de las orejas-
Elland solo alcanzó a sonreír mientras veía como su hijo de aproximadamente 1.75 metros de altura salía por la puerta y escuchaba como regañaba a su hijo menor por hacerla esperar.
Esa noche tuvieron una gran cena. Las risas y las anécdotas se escucharon a la luz de la luna y de una pequeña vela en el centro de la mesa, que iluminaba el rostro de los 3.
Elland escuchaba atentamente como su Leorn había logrado quitar una gran roca más que con un pico, que era una gran hazaña para alguien de 15 años de edad. Eso hizo que se diera cuenta que sus hijos ya no eran tan chiquitos, aunque para ella siempre lo serían.
Juhir, por otro lado, logró ver desde lejos a la hija del encargado, ese día le había llevado de comer a su papá. Para juhir, cada vez que veía a clarita, su corazón comenzaba a latir más de lo normal, la primera vez pensó que se encontraba enfermo, incluso llegó muy espantado a contarle lo sucedido a su mamá. Ese día hasta un ataque de tos le dio a la pobre Elland por las ocurrencias de Juhir; después le explico que eso se llamaba "enamorarse".
Clarita ese día pasó cerca de él y le sonrío, eso provocó que Jahir se tropezara y cayera de bruces contra el piso.
Ella sólo logró sacar una pequeña risa incontenible a la vez que caminaba rumbo hacia la salida de las minas.
La pequeña velada terminó con la dulce melodía del río siguiendo su camino y en la penumbra de la noche una voz envejecida se escuchó llenando de calidez y de armonía.
-Queridos hijos, recuérdenlo. Son inteligentes, son importantes, son especiales-
...….
En la mañana siguiente, 3 personas se prepararon para trabajar.
Elland como de costumbre, se había parado incluso antes del amanecer para poder calentarles la comida a sus hijos para que tuvieran fuerzas para el día duro que se avecinaba. Ella secretamente había, dejado un poco de la noche anterior, para que durara hasta hoy, incluso comió menos para que alcanzara.
Elland vio a sus 2 hijos devorar la comida. "Realmente se levantaron con mucha hambre, es bueno que se alimenten lo mejor que puedan". Pensó. En su cara se alzaba una sonrisa de felicidad.
Juhir y Leorn, no se percataron de ese gesto de su madre. Ellos continuaron con su rutina del día a día; desayunar, bañarse con agua que agarraban del río, darles de comer a las 4 gallinas que tenían en un pequeño corral, justo al lado del huerto y si el tiempo lo permitía leer el periódico del día anterior.
Aunque para su madre, leer era lo más importante y siempre les regañaba. "Una mente estudiada y preparada, vale más que una bolsa de oro". Era su típica frase; al principio ellos lo creían, pero una vez que se dieron cuenta de cómo era la vida no lo creyeron. Leer, no les llevaría comida a sus casas.
Una vez terminadas todas sus labores, salieron de casa, no sin antes haberse despedido de Elland.
-Con cuidado, hijos míos. Espero regresen pronto y seguros- Elland dijo, dando a cada uno su bendición. Ella dibujó en cada uno de sus pechos, un círculo que representaba la buena suerte
-Nos vemos en la noche, madre. Recuerde no esforzarse-Dijo Jahir mientras se despedía
-Sí, madre. Recuerde que ya tiene 2 hombres en casa, no es tan necesario que trabaje tan duro- comentó Leorn, al igual que Jahir, despidiéndose
"Espero que el día de hoy puedan regresar con bien"
Elland pasado poco de las 7 de la mañana, cerró la puerta de su casa. Observó dentro de su bolsa si no se le olvidaba nada.
-A esta edad una debe de estar segura de llevar siempre todo-Dijo en voz alta.
Al ver que todo estaba en orden, caminó rumbo hacia el pueblo.
El trayecto era de aproximadamente 30 minutos, pero a la edad de 40 años, con mala nutrición, problemas de dolor en ambas rodillas debido al exceso de trabajo, hacían que Elland tardara incluso hasta 30 minutos más, eso en época de calor. Por desgracia, en época de frío podría tardar incluso hasta 20 minutos más de los 30 extra que tardaba en llegar al pueblo.
Ella había tratado de llegar a un acuerdo con un vecino que tenía una pequeña mula, para que al menos en las mañanas le apoyara a llevarla al pueblo, pero la tarifa era excesivamente cara, por lo que tuvo que declinar.
Mientras Elland caminaba hacia el pueblo, una densa niebla comenzó a materializarse a su alrededor, como si emergiera de la tierra misma. La niebla se deslizaba lentamente hacia abajo, abrazando los árboles y oscureciendo el horizonte. A medida que Elland avanzaba, la atmósfera se volvía cada vez más opresiva. El aire parecía cargado de electricidad, y una sensación de inquietud se apoderaba de ella.
Elland tenía la sensación de que estaba siendo observada, vigilada por ojos invisibles que la acechaban desde la oscuridad de la niebla. Un escalofrío recorrió su columna vertebral mientras se preguntaba quién o qué podría estar oculto entre las sombras.
A pesar de la inquietud que la envolvía, Elland continuó avanzando con determinación, sintiendo que no podía permitirse detenerse en medio de la niebla espesa. Para ella, aunque era muy misterioso y tétrico, no podía más que seguir adelante.
Susurros intangibles se escuchaban desde la neblina, sombras incorpóreas atravesaban y caminaban entre los mismos árboles. Para cualquier lado que Elland volteara no veía más que "Hombres sombras". En algún momento Elland quiso retractarse y volver sus pasos hacia su casa y encerrarse, pero en el momento que volteó la mirada, el camino por el que venía ya no se encontraba
"¿Qué está pasando?" "Dios de la eternidad resplandeciente, Dios de los protectores y de la santidad. Ayúdame a salir de aquí viva"- Elland rezaba con todas sus fuerzas esperando que su Dios pudiera escuchar sus plegarias.
Volteó de nuevo su mirada hacia el camino que se encontraba frente a ella y no pudo más que seguir avanzando. En ese tipo de escenario, las horas, los minutos y segundos eran incomprensibles, el tiempo no podía medirse de forma normal, para ella le parecía eterno. Frente a la neblina,un destello completamente rojo llenó la vista de Elland, fue tan fugaz el brillo que por un momento pensó que la había alucinado, pero en ese momento, nada era demasiado loco.
Con miedo se fue acercando cada vez más a lo que había destellado; unos cuantos metros más de camino y pudo ver a lo lejos un pequeño espejo del tamaño de 2 manos, tirado en medio del camino polvoso, el aura que tenía ese espejo llenó inmediatamente de miedo a Elland, el aura era ominosa, llena de inmundicia. Ella quiso salir corriendo en el momento que se percató del peligro que emanaba ese espejo, pero sus frágiles piernas no le permitían poder moverse y justo cuando Elland entró en la vista del espejo, esté escribió unas cuantas palabras en el vidrio.
-¿Te gustaría jugar conmigo Elland?-
Elland no supo cómo interpretar ese momento. "¿un espejo que habla? De verdad estoy volviendome loca"
-No te estás volviendo loca, Elland. Yo soy real, esto es real-
La garganta de Elland se secó en ese momento- !No quiero jugar contigo, quiero irme de aquí!-Gritó con voz temblorosa.
-Disculpa Elland, pero eso no es posible. Sólo tienes 2 opciones, jugar conmigo o morir inmediatamente.
Si no fuese porque el corazón de Elland era fuerte, justo ahí habría fallecido de un infarto. Sus piernas temblaron tanto que cayó sobre ellas. Su respiración subía y bajaba excesivamente.
-¿Por qué haces esto? ¿Qué hecho yo para que me quieras asesinar? - Gritó exasperada
-No puedo contestar a eso…. Última oportunidad Elland, el tiempo se acaba-
Elland no tuvo tiempo para pensar, en un ataque de adrenalina, se levantó con las fuerzas que aún le quedaban, para ella sobrevivir por sus hijos era aún más importante que vivir para ella. Solo resonaba una palabra en su mente "Mis hijos, mis hijos". Corrió de frente, los árboles quedaron detrás de ella.
-¡Eres sólo un espejo, no puedes hacerme nada!- Justo cuando estaba a escasos 5 metros del espejo, una sombra salió del espejo. Era como un espectro de las historias antiguas, llevaba una armadura imponente, pero no traía para nada un aura magnífica y gloriosa, era todo lo contrario, tenía la misma aura que el espejo.
Como un vendaval sacó de su costilla una hoz del tamaño de su cuerpo y cortó en un solo movimiento las piernas de Elland. Un corte limpió se realizó, dividiéndolas en 2.
- ¡Ahhhhhhh!. Que dolor. ¡Ayuda! - Los gritos de Elland llenaron el vacío, mientras caí de bruces enfrente el espejo, un charco de sangre se hizo inmediatamente, su muerte era inminente.
La sombra se acercó como si fuese la misma parca.
-Dios de la eternidad resplandeciente, Dios de los protectores y de la santidad. ¿Por qué no me haz ayudado? - Si hubiese tenido humanidad el espejo, ese gritó lo habría sacudido.
La sombra alcanzó el cuerpo de Elland, con una mano agarró la cabellera bien peinada que tenía y levantó 56 kg como si fuese fácil poder cargar. En un movimiento logró poner la espada en el cuello de Elland.
-¿Tienes tus últimas palabras, Elland?- Volvió a brillar el espejo
La vida frente a Elland pasó como un torrente bestial trayendo todos los recuerdos de su vida.
Vio a su querida madre sonriéndole por el espejo, mientras la peinaba como la princesa de esa época.
Los recuerdos de su padre lanzando los platos de la mesa, porque la comida ya estaba fría y a su mamá, tratando de calmarlo, mientras que ella como podía se metía debajo de la mesa, para no ver cómo otra vez se peleaban.
Vio su primer amor de la escuela, ella tenía 12 años, y él tenía 15 años. Ambos contándose historias de su vida a la luz del ocaso, sonriéndose. 5 meses después, abrazaba el cadáver de su novio.
Recordó cómo su padre se había ido de la casa y como su madre había roto en llanto. Y a ella entrando a su primer trabajo a los 13 años, teniendo que renunciar a sus estudios.
Imágenes de cómo había conocido al amor de su vida y padre de sus hijos, en aquel verano de 1910, a la edad de 19 años y un año después casándose. Recordó cómo su madre le había cosido con sus propias manos el vestido de bodas. Ese día de su boda, fue la primera vez que pudo ver una sonrisa genuina de su mamá.
"Eres inteligente, eres importante, eres especial" Fueron las últimas palabras que Elland escuchó de su mamá, antes de verla morir por una enfermedad desconocida.
Tres años después nació su primer hijo y dos años después de eso, el segundo. Los recuerdos de ambos llenaron la mente de Elland.
Recordó el libro de repostería que su amado le había regalado. Fue un día tan especial, lo tenía tan vivido como la vez que compraron su casita cerca del río Tumester a las afueras del pueblo.
Un año después quedó viuda a sus 27 años.
Vio muchos recuerdos después de eso, pero no tan impactantes como esos. Su primer local de repostería, su primera venta; conoció muchas personas, muchos amigos, muchos de ellos falleciendo en la guerra.
Al final recordó todas las noches que pasaba con sus hijos en "Su momento familiar". Esas noches que, aunque a veces faltaba la comida en casa, nunca faltaba el amor. Ella siempre les enseñó lo más importante en la vida... Su humanidad…
En algún momento de sus recuerdos, se dio cuenta que las últimas palabras que le había dicho su mamá antes de morir, fueron su lema para toda la vida. Eso le dio fuerzas para poder seguir adelante. Nunca se había rendido a pesar de su
Elland sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras el frío filo del arma se apoyaba en su cuello. Con lágrimas en los ojos y el corazón latiendo con fuerza, susurró sus últimas palabras: "Soy inteligente, soy importante, soy especial".
El espejo, con su voz ominosa, respondió: -Lo sé, Elland, por eso mereces morir-. Con un último estremecimiento, la espada realizó su corte.
El cuerpo de Elland cayó al suelo, la vida la abandonó lentamente mientras la oscuridad la envolvía por completo. Sus últimas palabras resonaron en su mente mientras el mundo se desvanecía a su alrededor.